El puñal hendiendo la carne con presteza, su filo hizo
sentir como si estuviese atravesando papel. Solo una pequeña resistencia en la
empuñadura reveló la verdad. Pronto, la sangre empapo el filo y la mano del
agresor, mientras seguían abrazados en mortal amarre. Pronto la victima comenzó
a debilitarse, ojos opacados y perdiendo su luz, segundo a segundo, la vida huyendo
a raudales por la herida, en el fondo de su conciencia una pequeña luz seguía brillando
como una vela en la profundidad de un pozo oscuro.
Venganza clamo su cerebro, gritando desaforado hasta la
última fibra. Su cuerpo comprendiendo, desato una oleada de potencia
proveniente de la furia que colmaba su pensar, rayando en la locura e
irracionalidad. Sus ojos volvieron a la vida, ardiendo en odio y deseos de
vivir, inmolando su ser en un grito irracional, sublimando su alma en busca de
la fuerza de defender su existencia.
Tomo la muñeca del atacante, la torció con extrema facilidad
y retiro el cuchillo de la herida, permitiendo manar la sangre a raudales de la
carne hendida. En un súbito impulso primitivo, su cerebro recordó la utilidad
de su dentadura y con un movimiento fugaz, hundió los dientes en el pómulo del
atacante, destrozándole el rostro, provocando un agudo grito de profundo dolor,
retorciéndose dejo caer el puñal, lo cual le permitió tomarlo y abalanzarse
raudo sobre el agresor y comenzar una retahíla de puñaladas incesantes, su
rostro desencajado, sus ojos despidiendo un brillo maniaco, mientras convertía
el cuerpo del enemigo en un amasijo de carne irreconocible, el puñal hendiendo
el aire, casi se podía oír el sonido que producía al cortarlo, subía y bajaba
implacable e imparable, mientras los transeúntes, pasmados, observaban presos
de profunda conmoción la escena primal.
Cuando su mente se convenció
de la muerte del agresor, los brazos se rindieron de ejercer tan tiránica
fuerza sobre el cuerpo inerte tendido en el suelo, las piernas cedieron y cayó
de rodillas, los ojos volvieron a apagarse, como carbones moribundos de un fuego
que poco a poco se apaga. Respiró profundo y escuchó una sirena a la distancia.
Agradecido de su cuerpo y de su mente que no se rindieron, sonrió y cerró los
ojos, seguro de sobrevivir.
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