¿Era tu voz la que resonaba desde mi garganta? Tal vez, nunca lo supe y dudo que logre entenderlo. Cuantas veces espere que sucediera, mientras miraba la profundidad de tu ser que escondían esos dos ojos azules incandescentes, a la vez dolorosos y placenteros. Tus manos no son las suyas, ni tampoco las mías, son desconocidas que tal vez haya visto en algún lugar que no logro recordar. En el suelo crece una fisura, sonrío al pensar que caerás en ella irremediablemente, pero la refutable realidad es q ya estoy en el fondo, caí hace tanto que no recuerdo nada mas que la sonrisa de calma que tenia cuando el abismo carcomió mis pies. Tu no lo dijiste, fueron esos detestables e irresistibles ojos, lo recordabas todo, no niegues que la herida aun supuraba la infección que yo mismo plante en ti. Anocheció, y con la muerte del ígneo astro, también murió algo entre nosotros. Besos estériles, manos crispadas, nuestros sexos repudiándose el uno al otro, todo nuestro ser lo aceptaba, ¿porque seguíamos negándolo?.
Entre copa y copa cavilo lo ocurrido, la sombra de ella se volvía la tuya a cada instante, perforando mi costado traicioneramente. Era un peso inmenso, demoliendo mi espíritu, probablemente el tuyo al unisono que el mio. ¿te diste cuenta, cierto?. El humo del cigarrillo se elevaba en espiral, libre de limitantes, como deseo ser el humo, como deseo no ser nada. Mientras te penetraba tu cuerpo se movía al vaivén de mi empuje, tu aliento se entrecortaba y durante solo un instante se cruzaron tus ojos con los mios, desvié la mirada al instante, como si hubiese visto algo prohibido, algo profano, como si un puñal hendiera mi carne hasta mi núcleo. Cerré los párpados evadiéndolos, engañándome para no ver lo evidente. Pero ahí en la oscuridad, estaban esos pozos que siguen atormentándome, los ojos de ella, los ojos que me siguen en lo mas recóndito de mi ser. Temí, temblé, pensé en mi madre, quise cobijo, me sentí desnudo, herido, violado. Grite, me exalte, acelere mi fuerza, mi empuje, me vine en ti con una mezcla de dolor, temor y placer, una sensación masoquista, llena de intranquilidad. Eran tus ojos, eran los de ella, era tu sombra superpuesta con la suya, era el vacío que me cubría. Era la verdad que me perseguía, que me apuntaba con un dedo acusador. Era yo mismo reflejado en el espejo, eras tu.
2 comentarios:
palion e sla palabra k me toco decifrar ...
yo siempre he pensao k es tonto el amor k no puede ser ...
tantas disculpas para algo k es ser y hacer
gracias por pasar por mi blog =P, me gustó tu cuento, a veces uno no sabe por que hace cosas sabiendo que no quiere hacerlas, es algo que aun no entiendo, espero q estes bien y nos veamos pronto!
un abrazo!
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