sábado, 27 de marzo de 2010

Un cristal





¿Era tu voz la que resonaba desde mi garganta? Tal vez, nunca lo supe y dudo que logre entenderlo. Cuantas veces espere que sucediera, mientras miraba la profundidad de tu ser que escondían esos dos ojos azules incandescentes, a la vez dolorosos y placenteros. Tus manos no son las suyas, ni tampoco las mías, son desconocidas que tal vez haya visto en algún lugar que no logro recordar. En el suelo crece una fisura, sonrío al pensar que caerás en ella irremediablemente, pero la refutable realidad es q ya estoy en el fondo, caí hace tanto que no recuerdo nada mas que la sonrisa de calma que tenia cuando el abismo carcomió mis pies. Tu no lo dijiste, fueron esos detestables e irresistibles ojos, lo recordabas todo, no niegues que la herida aun supuraba la infección que yo mismo plante en ti. Anocheció, y con la muerte del ígneo astro, también murió algo entre nosotros. Besos estériles, manos crispadas, nuestros sexos repudiándose el uno al otro, todo nuestro ser lo aceptaba, ¿porque seguíamos negándolo?.

Entre copa y copa cavilo lo ocurrido, la sombra de ella se volvía la tuya a cada instante, perforando mi costado traicioneramente. Era un peso inmenso, demoliendo mi espíritu, probablemente el tuyo al unisono que el mio. ¿te diste cuenta, cierto?. El humo del cigarrillo se elevaba en espiral, libre de limitantes, como deseo ser el humo, como deseo no ser nada. Mientras te penetraba tu cuerpo se movía al vaivén de mi empuje, tu aliento se entrecortaba y durante solo un instante se cruzaron tus ojos con los mios, desvié la mirada al instante, como si hubiese visto algo prohibido, algo profano, como si un puñal hendiera mi carne hasta mi núcleo. Cerré los párpados evadiéndolos, engañándome para no ver lo evidente. Pero ahí en la oscuridad, estaban esos pozos que siguen atormentándome, los ojos de ella, los ojos que me siguen en lo mas recóndito de mi ser. Temí, temblé, pensé en mi madre, quise cobijo, me sentí desnudo, herido, violado. Grite, me exalte, acelere mi fuerza, mi empuje, me vine en ti con una mezcla de dolor, temor y placer, una sensación masoquista, llena de intranquilidad. Eran tus ojos, eran los de ella, era tu sombra superpuesta con la suya, era el vacío que me cubría. Era la verdad que me perseguía, que me apuntaba con un dedo acusador. Era yo mismo reflejado en el espejo, eras tu.

viernes, 26 de marzo de 2010

Un poco de Poesia.


Bueno, actualizando esto que lo tengo mas que abandonado, quiero invitarles a leer, primero, un poema que me parece muy bello, y luego uno de mi propia creación. Saludos para todos los que pasen por aquí.


Estoy enamorado de cuánto crece al aire libre,
de los hombres que viven entre el ganado,
o de los que paladean el bosque o el océano,
de los constructores de barcos y de los timoneles,
de los hacheros y de los jinetes,
podría comer y dormir con ellos semana tras semana.

Lo más común, vulgar, próximo y simple,
eso soy Yo,
Yo, buscando mi oportunidad, brindándome
para recibir amplia recompensa,
engalanándome para entregar mi ser
al primero que haya de tomarlo,
sin pedir al cielo que descienda cuando yo lo deseo,
esparciéndolo libremente para siempre.
Walt Whitman


Son las luces, reflejadas en el fondo del horizonte
Es una canción dulce y melódica que resuena en mis oídos
Mientras camino por la ciudad sin un rumbo aparente
Todo silencio, Solo rompe la quietud el compás de mis latidos.

Es el aroma del mar que me alcanza, que me humedece
Como si excitado llenara cada parte de mi ser, incitándome
Una súbita calma, que se apodera de mí con un inmenso goce
Soy libre, al fin puedo volar y desaparecer con impresionante libertad.

Es inevitable resistirme, una sonrisa surca mis labios con prontitud
Eres tú, Es luz, es música, es el mar que me acogen en su seno
Y de pronto, detengo mi marcha, rio profundo y con desquiciante plenitud
Estiro mis manos, intentando abarcar lo que no veo, lo que deseo, lo que amo.

Por un breve instante, todo alrededor se ilumina, todo resplandece
Y estoy desnudo, desprovisto de todos mis errores, de mis faltas
Una calma estremecedora agita mi pecho mientras amanece
Todo tiene su razón, todo es paz, todo es uno, todo es amor.
Francisco Parada