lunes, 7 de octubre de 2013

Mi corazon

Mi corazón.




Mientras camino, el ritmo de una canción en los oídos y un paso ligero en mis pies, siento el aire frío de la noche, característico del mar, húmedo y galopante, voy sintiendo como la emoción va recorriendo mi garganta, atenazando el aire que entra en mi pecho, uno de estos días, mi corazón latirá por última vez. Pero de pronto me doy cuenta de la verdad, de la profunda y secreta realidad, mi corazón ya no anida en mi pecho, ha partido ya lejos de mí, donde no puedo, ni quiero alcanzarlo.

Mi corazón habita en la mujer que me besa con pasión, aquella que me apoya y ve en mí lo inesperado y lo oculto, en la niña que mira en mis ojos  su reflejo, que estira sus pequeñas manos en busca de mi calor. En mi madre, refugio y consuelo, parte de ella, yo soy parte de ella, como la más indivisible de las verdades. En mi padre, fuerza y potencia, carácter y empuje, apoyo a pesar de la dificultad, amor disfrazado de compañerismo. En mis hermanos, en una tarde festiva todos recostados en el césped del patio, riéndonos, recordando, queriéndonos, extrañándonos en la distancia de nuestros presentes, hermandad profunda. En mi tía, amor como regalo, cariño y apoyo incondicional, primos más que primos, hermanos desde la niñez, de los juegos y alegrías infantiles. En mi abuelo, historias y el reflejo de mi persona, experiencia y comprensión bajo las formas de un libro en común, así como mi abuela, cariño y alegría, conversaciones de horas, sin importancia pero que por lo mismo se revisten de una superlativa importancia.

En ellos vive mi sentir, pues ellos viven en mí, en la forma de cada una de las facetas de mi ser, pues el día que mi corazón deje de latir, en ellos seguirá mi ser estando, como el de ellos impregna mi ser, como el rocío de la noche impregna mi piel.


Una canción en los oídos, un paso ligero en mis pies y una inmensa sonrisa de alegría sin motivo en los labios en la noche de Valparaíso.