miércoles, 16 de mayo de 2012

Desconocido




   Desconocido

                   


La cuerda de una guitarra que se tensa
Mientras la neblina se vuelve más densa
Bancas desarmadas entre los cerros
Desparramadas como mis brazos en los cercos.

La carrera continúa y doy vueltas y vueltas
“por aquí” “por allá” “por acullá” escucho
El sonido de esas figuras esbeltas
Y en un ultimo esfuerzo río y rujo.

Me miro en el espejo, rostro sin cara
Inexpresivo, es una mascara blanca
El negro de mis ojos tras las ventanas
El aire entrando blanco, saliendo negro.

Hola que tal? Como va todo? Como estas?
Se reducen las personas que dejamos en el camino
Maquinalmente solo esto atinamos a decir
Pues a la orilla de la carretera caíste de mí.

Desconocimiento, veo una fotografía antigua
Poblada de extraños, me llama la atención
A aquel que me mira desde la habitación contigua
Símil a mí, opuesto a aquel, la foto cae en corrupción.

Avispas explotan en mi boca, surgen voraces
Recibir el veneno no atenúa la ceguera
Caigo en coma mientras sigo las miradas rapaces
Y sonriente salto y me extingo en la hoguera.




Por la puerta.

       
Por la puerta




           Sentado en la esquina de mi cuarto, esperando sentirte llegar. Tengo un cigarro en las manos y un café sobre el escritorio mientras intento escribir lo que hay en mi corazón. Cierro los ojos y siento la inmensidad. No pases por esa puerta. Me arden los ojos, el humo desagradable de los cigarros que había prometido dejar. No quiero perder esto que oprime mi pecho, esta incesante sensación de querer colmar tus manos con mi alma.

        No estoy solo, en esta soledad puedo aun sentirte, ni pasado ni futuro, solo presente que se reescribe sobre si mismo, estas aquí, sentada en mi regazo, acunada en mis manos, besando mi cuello tiernamente mientras duermo, caminas a mi lado cuidando mi andar. Me observas escribir esto, pues tu recuerdo jamás me abandonara. Me miras con ojos tristes, sentada a mi lado, esperando una explicación, esperando una palabra que explique que paso.

       Como los árboles que se mecen contra su voluntad con la brisa, mis ojos arden bajo el humo del cigarrillo y mis lágrimas. No queda más que culpabilidad en este espacio vacío que intentan llenar las palabras. En la oscuridad me siento sin poder calmar mi desesperación. Quiero elevarme mas alto, donde nada pueda alejarme de este instante, donde ningún reloj me diga que el tiempo sigue avanzando y yo estoy sin ti. Espero mirando con ansiedad la puerta de mi departamento, espero con ansiedad que el citófono resuene y al levantarlo, tu voz este del otro lado. Floto en la oscuridad, floto en la oscuridad que yo mismo desee. Es en este momento cuando deseo que los hilos del destino se corten y yo poder unir nuevamente el tuyo al mío.

        Incesante, como las olas, vuelve en marejadas tu mirada. No quiero dormir en esa cama fría, demasiado grande para mí, pero que era perfecta para los dos. No quiero quedarme sentado pensando y hundiéndome más en el letargo. No quiero cerrar los ojos, pues es ahí, dentro de mí, dentro de mi corazón donde más me acechas, todos los recuerdos teñidos de tus sonrisas, tus gestos, tu voz, tu aroma, tus lágrimas que poblan el mar de mi interior.

        Recapitulo lo ocurrido, podría llenar cajas y cajas con letras, cuando la verdad es que ahora nada mas importa. Parado en el balcón intento que sientas mi mirada sobre ti mientras duermes, tengo tristeza por montones, tengo culpa por montañas.