Espero que, quien sea que lea lo que escribí, sienta que todo cambia, que nada es estático y que la vida esta llena de fluctuaciones y sorpresas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuenfCOTeEgYyoIKfbWZnNDnDTi9xMuH1nXhiEv2opSVX4oP4S6z9E3qPMXCCgmgfHqmuLSxe5kIKGMwCQmLxetN-u_sKZcKQbbzuf5mzeTlJNm-s54ni77Ksdmhp8wLrSTcV0NwYnzVO8/s320/asdasdsa.jpg)
Los arboles se mecen con el viento q arrecia desde la orilla del mar, estoy a bastante distancia pero el fresco viento me recuerda la presencia del portentoso océano a tan solo unos metros.
Estuve de pie, hace algo más de un año aquí, con los ojos entrecerrados, cegado por el sol y la resaca del excesivo alcohol. Furioso con el mundo, furioso conmigo mismo, con los trozos de mí resentido corazón que insistían en hacer restallar mi pecho con dolorosos latidos.
Es el mismo sol, el mismo océano que azota las rocas con inclemente fuerza e infinita paciencia, certero de saber su inevitable triunfo. Pero ahora incubo una sensación diferente, todo está en paz, el calor del sol me acaricia, no me abrasa como antiguamente solía hacer. La humedad del océano ya no agrieta mi piel, como si quisiera desintegrarme hasta convertirme en añicos, ahora solo me acaricia dulcemente, refrescante y tiernamente.
Me sentí vacuo durante una inmensidad de momentos, que parecían arrastrarse y estirarse hasta el horizonte, donde mi vista perdía toda posibilidad de ver un final. Hoy, al fin, puedo ver que he dejado su final bien atrás de mis pasos, cada vez más en el fondo de mi memoria, en lo más recóndito de mi interior, por fin libre, por fin aprendiendo a vivir con los trozos de mi alma que fui perdiendo tan violentamente y que dejaron invalido mi corazón a cualquier estimulo, cualquier caricia, cegándome del cariño que me rodeaba, haciéndome herir sin justificación, lastimar como fui yo lastimado, sin darme cuenta, permanecí indemne bajo la tormenta que azotaba mi alma destazada.
Hoy es un nuevo día, el vaso medio lleno se muestra frente a mí como un infinito universo de posibilidades, de grandes expectativas, de amor y de luminosidad. Ya no me duele, mis rodillas al fin se separaron del frío contacto de la tierra en donde tanto tiempo estuve derrotado. Hoy, erguido nuevamente, sonrió y espero con ansias todo lo que me depara el camino que elegí retomar, que recupere luego de tanto sufrir. Al fin el prisionero ha dejado su prisión atrás, la que siempre estuvo con las puertas abiertas de par en par.